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flordeoro - Capitulo 2


            Ya hemos visto un poco de este mundo mágico y diferente... pero ahora veamos un poco del nuestro

 

            La vida no era buena, al menos no para Vanessa, al menos no ahora. Pronto acabara, pronto acabara el día solía pensar cuando iba a la escuela. Odiaba ir a la escuela; las risas las burlas y ese maldito dolor en el pecho. Ya no trataba de echarle la culpa a nadie. Sabía que solo ella tenia la culpa de lo que le pasaba. Ella tenia la culpa de no hacer ejercicio y ser tan débil e inútil físicamente. Ella no se cuidaba y por eso tenia la cara llena de granos y un gran abdomen. Ella miraba demasiado la televisión y por eso tenia que usar lentes. Ella no era una persona agradable y por eso era una inadaptada social... Ella, ella, ella. Solo ahora comprendía que quien más daño le hacia era ella misma. Es como si tuviese un enemigo dentro de su ser del cual no se podía apartar... y lo odiaba. Despreciaba profundamente a esa persona que le hacia tanto daño... y sin embargo era ella... ella misma.

No tenía sentido. Se suponía que era especial, que tenía por herencia las naciones, que era una hija del Dios vivo... ¿entonces? Pero no, Dios tampoco tenia la culpa de sus problemas. Le había dado todo, padres, hermanos, alimentos, un techo, mascotas y mucho amor a pesar de su carácter... No, ella había fallado, ella era la defectuosa, la que había fallado a Dios y así misma... Y se despreciaba por ser algo tan malo. Y aun así pedía, oraba, rogaba, Dios AYUDAME cambia esto... esto no es vida. 

Nada parecía dar un cambio drástico en su vida. Nada parecía mejorar, solo empeorar.

Su pesadilla era la escuela, era como una sala de tortura que no importa cuanto luchase por escapar siempre volvería. Siempre tendrían esos malditos tentáculos que la meterían al salón donde seria humillada y abandonada siempre. En la escuela estaba sola. Completamente sola. Y tenia miedo, no quería estar sola... no sentía a Dios en la escuela aunque sabia que estaba con ella. Siempre supo que tener a Dios no le iba a hacer las cosas fáciles... Pero nunca se espero esto... esta existencia que ya no soportaba.

Con lágrimas rodando por sus mejillas se maldijo otra vez. Ella tenia la culpa de todo y encima, sentía lastima de sí misma. Eso no era justo, ni posible. Trato de dormir, de no pensar, de no odiarse ni sentir lastima. Simplemente tenia que descansar, descansar y que su cuerpo y su alma ya no sufrieran... si pudiese descansar para siempre, descansar...

Un ruido, y no cualquier ruido. Alguien estaba allí, cerca, ¿pero dónde? Se levanto y salió de su cuarto, lo primero que vio fue el cubo de luz que estaba al otro lado del pasillo frente a su puerta... Alguien, un muchacho estaba parado allí mirando las estrellas. Un muchacho de pelo rubio... casi blanco. El joven estaba de espaldas a ella. No hacía nada solo miraba el cielo. Vanessa se acerco, sabia que algo estaba mal pero no tenia miedo. En cuanto salió al cubo de luz el muchacho se volteo y la miro de frente. Tenía unos ojos azules tristes pero alegres a la vez... como si tuviese los sentimientos en los ojos en vez de en el corazón.

- Hola – el muchacho no parecía sorprendido de que ella estuviese allí

- Hola – respondió Vanessa sin estar muy segura de que decir

- ¿Qué haces aquí? – esa pregunta la sorprendió

- Aquí vivo... tu ¿qué haces aquí? – El joven sonrió y miro al cielo

- Me gusta ver las estrellas – Vanessa desvió la vista al hermoso cielo salpicado de estrellas. A ella también le gustaba - ¿cómo te llamas? – pregunto sacando su atención del cielo

- Vanessa ¿y tú? -

- Honatan -

Hablaron, hablaron mucho. Una plática que le sirvió a Vanessa como nada. Hablo de sus metas sus temores, sus ilusiones y sus sueños, hablaron de muchas cosas... Hacía mucho tiempo que no tenía una plática sincera y agradable con alguien. Cuando terminaron de hablar Vanessa se sentía más ligera mas calmada, mas cómoda consigo misma

- Gracias – dijo Honatan

- ¿por que? no hice nada – y la verdad no había hecho nada

- Eso crees... quiero compensarte – tomo su muñeca y unió la palma de ella con la de el – Te prometo que siempre estaré allí para ti cuando me necesites... promételo tu -

- No sé si pueda estar allí para ti -

- Lo estarás – Honatan no soltaba su mano – promételo -

- Lo prometo – dijo en voz baja. Honatan soltó su muñeca

- Gracias, es tarde, debes ir a dormir- Vanessa asintió y se dio la vuelta para irse, parpadeo y en ese parpadeó comprendió algo... estoy afuera con quien sabe quien, quien sabe como, y quien sabe como se metió a mi casa, con toda la intención de interrogar a Honatan abrió los ojos pero ya era tarde. Estaba acostada en su cama en medio de la noche. Nunca supo si fue un sueño o no, pero lo cierto es que recordaba la parte inicial y final de la conversación que tuvo con Honatan. Y es la parte que se les he relatado pero lo demás… hasta hoy es un misterio.
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