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flordeoro - Capitulo 11


Capitulo 11
 
- No me vas a decir que estamos en Oz – probo Vanessa
- No, pero no estás muy lejos. Lo cierto es que no están en la tierra
- No juegues – dijo Alfredo esto no es otro planeta, esa es la luna.
- Compartimos la misma luna, – dijo mirando a los 3 adolescentes reconociendo su presencia - pero quiero que entiendan que no importa cuánto corran naden o griten no llegaran a casa.
- Pero… - lloriqueo Nadia - …como…
- Yo puedo llevarlos a la tierra. – Nuevamente hablo a Vanessa - Pero tienen que confiar en mí.
- Confiaremos – dijo Vanessa con seguridad – si nos explicas
- Es justo – concedió la rubia – estamos muy cerca de su tierra por eso el clima y la vegetación son iguales, pero en otra dimensión con ciertos puntos en común, como la luna y alguna parte del océano.
- ¿Una dimensión paralela? – pregunto Alfredo, evidenciando su admiración por los comics
- No tan de ciencia ficción. Este lugar es completamente independiente de su tierra, no lo han descubierto debido al cambio de dimensión. Pero están sumamente cerca uno del otro.
- ¿Por qué llegamos aquí? – pregunto Nadia, que había controlado sus lagrimas.
- Sinceramente no sé, creo que la cercanía de este planeta con la tierra hacen agujeros, ustedes parecen haber caído en uno. No es la primera vez. Los piratas que conocieron son casi todos de su tierra.
- ¿A dónde vamos desde aquí? – pregunto Vanessa tratando de no meterse en todo ese lio de planetas y dimensiones.
- Los llevo a mi trabajo donde tenemos una forma de viajar a la tierra. La mayoría de los que trabajan allí son humanos terrestres.
- ¿Tu no? – pregunto Isaac
- La verdad es que no lo sé, creo que sí pero no puedo asegurarlo. Me encontraron en una canasta en el océano cuando era un bebe.
- ¿Cómo sobreviviste? – pregunto Nadia.
- Tampoco sé. Era un bebé, no recuerdo mucho de esa época. – Se levanto - Debemos irnos, antes de que se haga mas noche.
- Espera… - dijo Vanessa – ¿podrías decirnos cómo te llamas?
- Perdón, hace mucho que no me presento. Soy Várvara Lafrum. Segunda Líder del Club Mariposa.
 
El camino en el bosque no fue tan tortuoso como el de las cuevas. Ciertamente fue mucho más seguro a pesar de la creciente escases de luz. Várvara ya no llevaba su uniforme plateado sino el traje que había usado en el campamento pirata. Encabezaba la marcha ya que era la única que conocía el camino y tenía la lámpara. Sin embargo Vanessa se había sentido más atrapada en las cuevas. Afuera rodeada de esa topografía desconocida parecía percibir un millón de posibilidades.
            Varias veces se separo del grupo por unos segundos para volver a reunirse sin alejarse demasiado de la luz de la linterna. Todo le parecía hermoso y reconfortante. Sabía a donde iba, más o menos. Sabía como regresaría a casa, más o menos. Sabía que su vida no corría peligro, más o menos. Ok, tal vez no tuviese todas las respuestas pero hacia tanto tiempo que no sentía felicidad que ahora pensaba aprovechar la sensación.
- Aguanten – dijo Várvara al ver a los otros 3 adolescentes que no se separaban de ella. Parecían demasiado cansados – Es un poco más adelante
            Várvara parecía moverse en una dirección en específica así que a Vanessa no le costó mucho adelantarse unos cuantos metros. Los arboles terminaban abruptamente revelando un claro. Pero lo que más le impresiono fue la cabaña. Por un momento se pregunto si saldrían 7 enanos a recibirla. Se veía cómoda y segura. Un oasis para descansar. No pensó mucho en lo que hacía, solo avanzo hacia el mejor lugar posible.
            Várvara y los demás estaban acercándose a unos cuantos metros de distancia. Sin embargo levanto su brazo para detener abruptamente a su comitiva mientras observo como Vanessa subía los escalones hasta quedar frente a la puerta. El laser se disparo. Vanessa no movió un musculo mientras el rayo rojo atravesaba su ojo. Várvara avanzo con cautela hasta que vio la puerta deslizarse. Acceso Aprobado. Aparentemente Vanessa no había advertido que la un laser había traspasado su cráneo,
- Pasen, - dijo a sus invitados – descansaremos aquí esta noche.
- ¿Esta es tu casa? – pregunto Nadia
- No, es solo un lugar seguro, pensé que preferirían dormir aquí que en la cueva.
- Gracias por tu consideración – contesto Vanessa. – Admito que me muero por una cama.
- De nada. – Le contesto Várvara dirigiéndose a los cuartos - Supongo que querrán asesarse y comer algo. Nos espera un largo día mañana – hasta ese momento Vanessa se percato de otra cosa. Várvara y ella eran las únicas que no estaban sucias. Várvara pertenecía a este mundo extraño así que no preguntaba mucho. ¿Pero ella? Sus compañeros se veían cansados, sudados y llenos de polvo. ¿Por qué ella no? Después de su… transformación, si es que así se podía llamar, su uniforme escolar había sido remplazado por la indumentaria que ahora usaba. Pero había pasado suficiente tiempo, y tensión, como para volver a sudar o agotarse. Siempre había sido de fácil sudar y debido a su condición física se cansaba rápido. Ahora no estaba exactamente fresca. Pero tampoco representaba el aspecto desaliñado que sus compañeros.
- Wow es increíble – exclamo Alfredo sacándola de sus pensamientos
- ¿Qué? – Ok algo no había cambiado en ella. Seguía quedándose en la luna
- Les mostraba cómo funciona el cambiador – explico Várvara – Ven conmigo.- Várvara se dirigió al cuarto del fondo, a diferencia de los otros cuartos. Este tenía una placa de metal en vez de perilla. – Pon tu mano allí – pidió
- Ah, claro – con un poco de vacilación Vanessa puso su mano en el frio material. La puerta se deslizo sobre si misma imitando a la puerta principal. Vanessa entro seguida por Várvara. El cuarto era espacioso y serio. Tenía una cama, un tocador con espejo grande, un cuarto de baño, unos ventanales que daban acceso a un balcón pequeño. Todo normal excepto por un aparato que parecía ser un videojuego antiguo, conectado a un enorme cilindro transparente del tamaño de una persona.
- Es el cambiador. – Explico Várvara, - solo toma uno de estos – le mostro un cajón en el aparato de donde tomo una pequeña caja negra que tenía un dibujo de un vestido blanco. – Lo pones aquí – lo coloco en una sección del aparato obviamente hecho para el cubo. En la pantalla apareció el vestido blanco – puedes adaptarlo como quieras – presionando botones le mostro como el vestido cambiaba a rojo – y lo envías. Luego solo entras aquí. – Várvara se metió en el tubo. El interior del mismo se ilumino cubriendo el cuerpo de la rubia durante unos segundos. Cuando la luz se relajo Várvara usaba el vestido, ahora rojo. Vanessa miro la caja negra para descubrir que el dibujo del vestido había sido remplazado por el traje que había llevado Várvara, lo único constante era su cinturón y la espada.
- Impresionante – dijo Vanessa
- Y ahorra una fortuna en lavandería.
- ¿Cómo es posible?
- Las maravillas de la tecnología. – Sonrió Várvara - Este aparato separa las moléculas de la ropa y las guarda en los cubos. Solo lo hace con ropa así que no es peligroso para nosotros, además que no guarda las moléculas de suciedad o sudor. Es como si volviese a hacer la ropa cada vez que lo usas.
- Es genial, me haría la vida mucho más fácil
- La vida debería ser fácil. ¿Quieres descansar o comer algo? Tus amigos se están bañando.
- Creo que veré que hay de comer, no estoy tan cansada.
- Siéntete como en tu casa entonces. Yo tengo que hacer algo en el despacho, pero la cocina es toda tuya.
 
Interesante, muy interesante. Várvara se sentó frente a la computadora del despacho. Llevo la mano a su cinturón y extrajo una pequeña tarjeta. Las maravillas de la tecnología. Introdujo la tarjeta en la computadora para revisar su contenido. Habían pasado muchas cosas no planeadas desde que entro a las cuevas. Cada una más interesante que la anterior.
            Desde sus días como ayudante de superhéroes, Várvara había prendido el valor de los detalles. Sabiendo que la memoria no es siempre lo más fiable, había adaptado su cinturón para que entre sus muchas funciones llevara siempre una videocámara. Cámara que convenientemente había encendido antes explorar el campamento pirata. Cierto, había sido atrapada. Pero la cámara siguió grabando todos los movimientos que Karnage había hecho llevando el cinturón. Había imágenes muy interesantes sobre el campamento pirata, pero lo que ha Várvara le interesaba era a partir del momento en que Karnage había entrado en el calabozo. Solo esperaba que hubiese alguien en el Palacio principal. La pantalla del aparato parpadeo varias veces tratando de crear el enlace
- Hoooooooola –
- ¡Várvara! – en medio de la interferencia se revelo una Coty aliviada – Gracias a Dios, ¿tenias que esperar hasta el último momento? Ya estaba planeando tu rescate
- Alguien tiene que ponerle sabor a tu vida.
- La cocina nunca ha sido tu fuerte - contesto Zafiro que sobresalía detrás de Coty – Pensamos que te habían atrapado.
- Tuvieron razón, creo que estoy más oxidada de lo que pensé
-¡¿Qué?! ¿Pero estas bien? ¿Encontraste la espada? ¿Cómo escapaste?
- Me atraparon, Si, Si, - dijo mostrando la espada - y a eso voy. De hecho tengo unas escenas que tengo especial interés en que ustedes y Jais vean antes de mañana.
- Por nosotras no hay problema, - dijo Coty - pero es más de media noche, no creo que Jais este muy interesado en admirar tu última aventura.
- ¿Quieres apostar? – pregunto enviándoles el video
- Lindo, - dijo Zafiro después de un rato mientras en otro monitor veía como Karnage mataba a uno de sus hombres
- Esto es emocionante Várvara, - dijo Coty - y si no supiera que estas bien estaría al filo del asiento pero… - se interrumpió por un bostezo, Dios sí que ya estaba cansada
- Pero – completo Zafiro aburrida- no creo que sea para despertar… Oh DIOS
La cinta había llegado a la parte… interesante
- No es posible… – murmuro Coty
- Si no lo hubiera vivido tampoco lo creería – dijo Várvara – la energía era impresionante
- Jais DEBE que ver esto – Dijo Coty perdiendo el sueño
- Todos deben ver eso – repuso Zafiro
- Con “eso” y la espada – dijo Várvara triunfal - se acaban nuestros problemas.
- O tal vez empiecen, - dijo Coty – Dios, casi tengo miedo de mostrárselo a Jais.
- Tiene que verlo antes que lleguemos; mañana –
- ¿Está contigo? – Preguntaron al unísono
- Por supuesto que está conmigo… pero hay un problema.
 
Debido a la situación en la que había estado cuando… cambio, Vanessa no había dado el tiempo a su cerebro para procesar los hechos. Ahora que las tensiones se relajaban se permitió sentir impacto. ¿Qué le había pasado? ¿Qué lo provoco? ¿Se revertiría? ¿Deseaba que se revirtiera? ¿Había cambiado algo más que su apariencia? Varvara le había parecido más joven ¿Su edad se había modificado? ¿Cómo afectaría eso a su vida? ¿La reconocería su familia? ¿Le creerían? ¿El pescado se quema? ¡El pescado se quema! Rápidamente retiro la comida de la lumbre. Diablos, eso se merecía por estar perdida en sus pensamientos. Afortunadamente el daño era mínimo. Había pensado que los demás tendrían hambre ya que no habían comido nada en todo el día. Al principio había dudado pero Várvara le había dado carta blanca. Antes de darse cuenta había hecho unos filetes de pescado, una ensalada verde, unos camarones al mojo y un panque de chocolate. La cocina nunca había sido uno de sus talentos ¿De dónde había salido eso? Mejor no pensar. Esas preguntas eran peligrosas, y no quería más pescado inocente quemado.
- Mmm Eso huele bien – dijo Várvara entrando en la cocina
- Me conformo con que sepa bien
- No creo que tengas problemas. – Dijo mirando la puerta de la cocina - Tus amigos ya están siguiendo el olor
Vanessa siguió la vista de Várvara soltando una risita al ver 3 cabezas espiando con mirada esperanzada. Tenían hambre. Los adolecentes comieron con avidez pero quien no se molesto en ocultar su deleite fue Várvara.
- Esta delicioso, ojala pudiera seguir comiendo – dijo la rubia limpiando su plato
- Gracias, otra vez ¿Qué tan lejos estamos? – pregunto Vanessa tratando de pensar a futuro
- Estamos cerca. A menos de un día de camino –
- ¿Caminando? – pregunto Nadia con voz cansada
- Si, pero tengo un vehículo que podemos usar, estaremos ahí antes del mediodía.
- ¿Qué hacemos entonces? – retomo Vanessa, a pesar del buen ánimo de Várvara no creía que regresar a casa fuese tan simple como había sido llegar a ese… lugar.
- No te adelantes – respondió Várvara con paciencia – la vida es demasiado corta para correr a lo desconocido.
            La frase, aunque digna de una tarjeta de felicitación, lo único que le decía a Vanessa es que Várvara seguía guardándose información. Era una actitud prudente. Várvara no tenía forma de saber más que lo que ellos mismos le decían. Era razonable que se guardara algunas cartas. Aun así, la mirada de Várvara le dejo una sensación de inquietud. Casi como si la rubia cantara Se algo que tú no sabes Por si fuera poco, al retirarse a su cuarto Várvara la sorprendió solicitándole un “Favor”
- ¿Es en serio? – dijo Vanessa mirándose a sí misma la mañana siguiente
- Claro – contesto Várvara fingiendo inocencia – no te lo pediría si no fuera importante
- ¿Porque es importante…?
- Digamos que será mejor para tu seguridad
¿Seguridad? Si Várvara le estuviese dando un arma, un escudo o una armadura entendería. Pero ¿otro vestido? Y no es que no estuviera agradecida, finalmente era un diseño muy original; con el obvio tema de mariposas moradas, el conjunto simulaba al insecto con las alas abiertas cubriendo su pechos y parte de su estomago. Por su parte otra mariposa descansaba su cuerpo en un lado de su cadera mientras, sus alas la rodeaban formando una falda desigual que prácticamente le dejaba una pierna libre. El espacio entre ambas mariposas estaba cubierto de una tela muy ligera plateada. Ok, era un lindo vestido. Pero no parecía ser de mucha protección contra… la lluvia, menos contra, lo que sea que se fueran a enfrentar.
Por otro lado, Vanessa no podía dejar de reconocer que con o sin “protección” ella misma no sería de mucha ayuda, no con la falta de descanso que había pasado la noche anterior. Desde que entro a la cabaña no había podido quitarse una sensación extra. Una necesidad de ver algo obvio, saber algo importante…
Nadia, Alfredo e Isaac estaban sentados en la salita esperando a Várvara y a Vanessa.
- No hay cochera – dijo Alfredo en un intento no muy sutil de darle a entender a Várvara que no confiaba en que tuviese un vehículo que los transportara a los 5
- No se preocupen – contesto la rubia saliendo al pórtico – ya deberían haber aprendido que aquí nada es como lo conocen.
            Vanessa se quedo al final de la pequeña tropa que seguía a Várvara, pero se detuvo en seco cuando salió de la cabaña. Había estado demasiado oscuro la noche anterior para observar el paisaje que estaba ante sus ojos. Ahora a plena luz de la mañana veía un hermoso lago que se extendía hasta separarse en riachuelos que seguramente atendían de agua a varias zonas del bosque. El lago era alimentado por una pequeña cascada que salía de una elevación de tierra demasiado alta para ser colina y demasiado baja para ser monte. La visión era bella. No extraordinaria, nada que no se pudiese ver en una postal. Pero Vanessa no pudo evitar soltar una exclamación. Ese lugar. Ese lugar era importante. Era muy especial…
- Estamos muy cerca – la mano de Varvara la saco del ensueño. – puedes ver el club desde la cima.
- ¿El club? –
- Es una forma de llamarlo. Allí trabajo, muchos de mis amigos viven ahí.
- Ya veo. – asintió Vanessa aunque realmente no le puso mucha atención, devolvió la vista a la cima de cascada. No quería dejar de mirar. Había algo importante allí…
- Sube – dijo Várvara
- ¿Perdón?
- Sube, podrás ver el lugar al que vamos, te sentirás mejor. – Vanessa dudaba como el ver un lugar que nunca había visto la confortaría, pero no necesito más invitación para acercarse a la elevación de tierra.
Era fácil de subir, incluso el pasto estaba aplastado en la ruta que algunas personas, o animales, habrían usado para subir. Sus piernas parecían moverse solas, la necesidad de acercarse a… lo que fuera que había en ese lugar era apremiante, casi irracional. Vagamente escucho a Várvara y a los otros subiendo tras ella. Pero no les prestó atención, lo que estaba sintiendo en ese momento era… personal. Siguió caminando hasta que la luz del sol resbalo en la última curva cegándola un momento dejándola casi al borde de la cascada. En sus oídos podía sentir más que oír el ruido del agua chocando violentamente contra la piedra y subsecuentemente golpear el apacible lago metros más abajo. Escuchaba el canto de las aves, el viento pasar entre las hojas de los arboles, el suave rose de las flores silvestres contra sus piernas. Sintió el sol iluminando la punta de la colina alejando el frio de la noche. Y cuando sus ojos se adaptaron a esa luz mañanera puedo distinguir a lo lejos 2 edificios altos casi paralelos rodeados de otros de diferentes tamaños y formas.
- Ese es… - en la voz de Várvara se notaba una pizca de orgullo – nuestro destino. Los clubs Mariposa y Halcón
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